Rashad hoy también está ausente. Eso reza el graffiti con el que empezó todo.
No, no exactamente. Todo comenzó con una señora
tropezándose con Rashad en una tienda y con un paquete de patatas fritas cayéndose al suelo. Nada de lo que Rashad dijo después tuvo importancia. No impidió que la policía lo golpeara. Una y otra, y otra vez.
Con violencia contra el pavimento. Porque parecía que
estaba robando. Porque su piel era oscura. Porque sus ropas eran holgadas. Porque tenía que estar robando.
Entonces Rashad comenzó a ausentarse por estar atrapado
en un cuarto de hospital.
Así empezó todo.
Y así lo vio Quinn.
Así vio como el hermano mayor de su mejor amigo golpeaba
hasta casi matar a uno de sus compañeros de colegio. Así comprendió que no podía quedarse callado.
Porque había un futuro en juego. Un futuro sin nadie más ausente por racismo y brutalidad policiaca.
Un futuro en el que cada uno debe luchar por cambiar el mundo.
Y así será como todo termine.